Monday, January 10, 2011

La Mediocridad en el Siglo XXI

Este post va a tratar sobre la mediocridad, y sobre como la mediocridad lleva a la gente a hacer el mal. Antes de entrar al tema, sin embargo, debo dejar unas cosas en claro, a manera de apología. La idea del post la tuve al leer uno de los pasajes de un libro de World of Darkness (wod), de la compañía White-Wolf. No recuerdo cual, lamentablemente, así que no puedo dar (en este momento) una fuente más precisa, pero veré al respecto. El contenido de este post es virtualmente idéntico al del libro de wod, con solo unos pocos cambios. Es mas, incluso originalmente la idea era solo pegar el texto y citar la fuente. Decidí, sin embargo, reescribir yo el artículo, de forma que pudiera omitir o agregar partes conforme me pareciera mejor, y cambiar un poco la redacción donde así lo quisiera. El contenido sigue siendo el mismo casi en su totalidad, sin embargo, motivo por el cual creo que debería seguir considerándose como una cita del libro y no un post de propiedad intelectual mía. Lo que este en italics es lo que he escrito que considero igual debe mantenerse como cita, lo que no es agregado mío.

Si leyeron los posts anteriores, recordarán aquel del pecado estructural. Muchas veces veo a la gente caer en pequeños errores de mediocridad; incluso yo he caído en ellos (y, a pesar que mucho menos que el común denominador de la gente, aun caigo una que otra vez). Son esos errores inconsecuentes, que no hacen daño a nadie y no te hacen sentir mal. Mentiras blancas o pequeñas faltas que no tienen mayor importancia, como copiar en un control de poca importancia, o una mentira inconsecuente para evitar la culpa o lavarse las manos. Ese tipo de cosas. Sabemos que esta mal, pero no nos importa, pues, después de todo, no son la gran cosa. Lamentablemente, aun si es pequeño e insignificante si esta mal.

Vivimos en el siglo 21. A través de la historia se ha documentado el mal en virtualmente todas sus formas y hasta sus mas abominables detalles. No tenemos excusa para hacer el mal (pecar), pues podemos seguir el costo social, psicológico e histórico del mal de año a año, día a día, y a veces incluso de hora a hora. Hemos documentado todos los vicios humanos con todo tipo escrituras, leyendas, rumores y sermones; de forma religiosa y secular, y desde prácticamente todos los puntos de vista. Tenemos el mal catalogado completamente en listas y precauciones, definiciones, y demás. Sabemos la definición de robo, psicopatía, y todas las otras formas de maldad; y las tenemos registradas en fotos, videos, bases de datos, y libros. Hemos registrado como las neuronas de un violador se encienden y hemos excavado las pozas comunes donde llegan a parar los cadáveres después de un genocidio. Hemos notado efectos más sutiles también. Hemos visto a corporaciones succionando de comunidades o países enteros mientras sus gerentes se dan palmadas entre ellos felicitándose por ser los “mas inteligentes del cuarto”.

Hemos leído sobre lo peor de lo peor. En eso es en lo que la noticias se enfocan, después de todo. Hemos visto todas las formas de maldad. Sabemos lo que le hace a la gente. Y aun así perdura. Toleramos la pobreza, hambruna y violencia, incluso cuando las causas son claras. Los intereses nacionales mueven ejércitos enteros a las cuatro esquinas del mundo, pero en los países de bajos recursos la gente se corta una a otra con machetes y no nos interesa. Aun hay asesinos y violadores, empresarios glotones que nunca se cansan de succionar secos a aquellos debajo suyo, y policías corruptos. Lo hemos visto antes, pero nunca cambia, aun en las veces en que sabemos como cambiarlo. ¿Será que es muy difícil o arriesgado cambiarlo, o es que simplemente no nos importa? Podemos objetar si queremos, poner excusas. Tenemos una familia que alimentar. Tenemos que hacer compromisos con algunas cosas solo para seguir adelante. No podemos ser santos. No podemos decirle al resto que hacer. Los problemas del mundo son muy grandes para que una sola persona los cambie, o incluso un grupo de personas. Tal vez hubieras votado por el candidato con integridad, pero el otro va a bajar los impuestos, y hay que llevar pan a la mesa –¿y que se puede comprar con justicia, de todos modos? Quizá todas estas cosas están muy alejadas de tus propias experiencias. No sabrías por donde comenzar. Tan solo tratas de hacer lo correcto en tu vida diaria, ¿no es así? Pero tal vez, la verdad es que nunca se te ha puesto a prueba. Es fácil hacer lo correcto cuando lo incorrecto ni siquiera es conveniente. Estas elecciones no morales no pueden ser catalogadas como “buenas obras”, dado que no presentan un dilema. Quizá te puedes imaginar que se te presenta una elección real, sin embargo. Tal vez “los malos” suben al poder y te ofrecen subirte al vagón. Tal vez te ofrecen el soborno, y tu no lo tomas. Tal vez tu yo de la fantasía siempre puede tomar las decisiones correctas; o, en privado, las incorrectas, solo por la emoción o catarsis de ello. No importa. Probablemente pienses que tomaras la decisión correcta si la situación llega. Desafortunadamente, fuera de tu burbuja de imaginación, la gente toma las decisiones erradas todo el tiempo.

¿Somos realmente mejor que el resto? “Los malos” probablemente experimentan presiones que nosotros no experimentamos, nacidas de su entorno, pobreza, neuroquímica, o dios sabe que. Podemos pretender ser buenos, pero realmente no sabemos lo que haremos. No tenemos pruebas. Y mientras tanto, cada cierto tiempo (mas seguido, en vez de mas raramente) te alejas un poquito mas del bien. Solo un paso pequeño, que no le hace daño a nadie, un par de milímetros. Te ríes de un chiste rajón cuando el involucrado no está. Tal vez te moleste, pero no quieres causar una escena, o no quieres quedar mal. Insultas a la persona, solo porque el resto también lo esta haciendo. Te copias en una práctica, o, incluso peor, haces un hábito de esto. Das una pequeña mentira para evitar una discusión que sabes que debería ocurrir, o para lavarte las manos. Tu vida esta llena de estos pequeños fracasos. Pero no hay excusa para ello. Vivimos en el siglo 21. Sabemos porque está mal, y a donde es que nuestras fallas morales llevarían si tan solo fueran un poco mas extremas. La verdad es que la mayoría de personas no son “buenas personas”, no son “los chicos buenos” –aunque les gustaría serlo o pensar que lo son.

Muchos piensan que lo son, pues cuando importe, van a decidir lo que es correcto. Los estudiantes de derecho no serán como los abogados corruptos. Algunos incluso defenderán sus principios y no lucharán por la inocencia de un culpable. Los estudiantes de arquitectura mantendrán su responsabilidad con la ciudad y entorno por sobre sus ambiciones y ego. Y así con todos. No seremos como el resto, que hace mal. Pero, estoy seguro, la gran mayoría de esos “caídos” pensó igual que tu en su momento. Pero tú eres fuerte, harás lo correcto. Mientras tanto, eliges cometer pequeñas fallas. Solo las menores, solo las que no le hacen daño a nadie, solo las que te alejan un par de milímetros de lo correcto. Pero nuestras vidas están llenas de estos pasos de dos milímetros. Y al ver hacia atrás, nuestra vida no es más que una serie de pequeños fracasos que de milímetro en milímetro nos han alejado kilómetros enteros de lo que queremos, y tal vez hasta creemos, que somos.

Lo peor de todo es que mientras mas caemos, más fácil es volver a caer. Si te copias en el examen una vez, es más fácil hacerlo una segunda, y una tercera. Incluso, he visto amigos que están tan acostumbrados que lo hacen como rutina, porque el curso “es muy difícil” y toman muchos controles. Algunos incluso comentan que hacen estos pequeños males sin vergüenza, o peor aun, con orgullo. Algunos son tan mediocres que ni se toman la molestia de pensar si lo que están haciendo está mal o no. Otros se engañan, sabiendo que lo que hacen está mal pero pretendiendo maquillarlo como algo bueno para que no se sientan mal, o para que el resto lo apruebe y puedan estar tranquilos. Algunos se esconden bajo la excusa de que no son perfectos, de que errar es humano. Sin darse cuenta de que lo que importa no es caer, si no luchar por no caer. Que el caer es excusable solo si luchaste con todas tus fuerzas por mantenerte en pie, sin doblar la rodilla por voluntad propia sino cuando el peso, realmente, fue demasiado para ti. Y aun así solo es realmente excusable si buscas corregirlo. Pero eso es mucho drama, eso solo cuenta para las cosas importantes. En la vida diaria, en el día a día, no se puede estar luchando tanto. No hay problema con torcer la rodilla, porque cuando importe si te vas a mantener recto.

Lo que importa no son las situaciones extraordinarias. Lo que define el tipo de persona que serás no es si fuiste el héroe o no en esa única ocasión, en tus 20, 40, u 83 años de vida; lo que importa es como actuaste cada día. Si el valor de la persona se mide como piedras, lo que importa no es que traigas esa piedra que conseguiste con una acción, si no cuantos sacos de arena conseguiste acumular en tu vida. Responder en el momento en una situación extraordinaria es fácil, lo se por experiencia, es el dar la talla diariamente con las cosas insignificantes lo que importa. Pero la gente no lo ve así. La gente prefiere ser mediocre. Prefiere hacer algo que sabe que es malo ahora, aunque insignificante, porque cuando importe, harán bien. En el futuro, cuando llegue la situación, ahí ocurrirá.

Una vez leí, no recuerdo donde, algo interesante de historia. No se si sea real o no, pero así sea ficticio, sirve para aclarar el punto. Alrededor del año 300 habían varios cultos emergentes en Europa y el cercano oriente. El catolicismo no fue el único, ni el primero. Sin embargo si era el más influyente. El más influyente, al menos, después de uno, el de los Mitritas. Los Mitritas, de alguna forma, habían logrado conseguir miembros entre los círculos más poderosos del gobierno. Algo que los católicos no habían hecho, o por lo menos, no habían hecho con suficiente numero para que importe. Los Mitritas predicaban lo mismo que los católicos: que había que hacer el bien para ir al cielo, y toda su doctrina era virtualmente la misma. Incluso veneraban a un solo dios y se negaban a venerar a los dioses romanos. Sin embargo, los católicos perduraron y se volvieron la religión dominante, mientras que los Mitritas desaparecieron de la historia. ¿Por qué? Porque había una diferencia vital entre los católicos del año 300 y los Mitritas. Los católicos predicaban que debías hacer le bien, pero que si pecabas y te arrepentías aun así podías entrar al cielo. O sea, mientras que te arrepientas antes de morir, lo que hiciste mal no cuenta a la hora de pesar tus acciones. Los Mitritas, por el otro lado, decían que todas tus acciones contaban al final, buenas o malas. Así que no podías darte un segundo de debilidad, porque debías responder por tus actos, por todos. Obviamente esto no pego con la gente. Es más fácil hacer el mal ahora si eventualmente me puedo arrepentir. Y como son cosas menores, nada grave, no hay problema. Lo grave no lo voy a hacer. El catolicismo en el año 300 ofrecía un camino de mediocridad para el común denominador de la gente; un camino de mediocridad que prácticamente toda la humanidad sigue –ya sea en el catolicismo o por su cuenta. Los Mitritas exigían fuerza y honor, y eso a nadie le interesa conseguir, es muy duro.

1 comment:

  1. muchas veces me excuso de situaciones que me parecen incomodas de pensar con el fin de creer que sigo siendo la persona que creo ser.

    momento de reflexion :)

    buen post y que vengan mas :)

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